jueves, 12 de noviembre de 2009

FELIPILLO Y SU REINVINDICACION

El arribo de españoles a tierras americanas, fue de cierta incertidumbre, asombro, fantasía y sobre todo temor. Es por ello, que encontrarse en tierras inhóspitas, con variados microclimas, vegetación, animales, cimas, valles, montañas, picos, mesetas entre otros era de honda preocupación para el general Francisco Pizarro y todo su séquito que le acompañaba fielmente en este descubrimiento. Además, en busca de la riqueza de los Incas, Francisco Pizarro navegó hacia el sur, a lo largo de la costa de Perú y una vez en Tumbes, la ciudad favorita de los Incas, Pizarro capturó a tres indígenas, a quienes se les enseñaría el español y se los prepararía como intérpretes. Uno de ellos fue bautizado con el nombre de Felipe o “Felipillo”, quien acompañaría a Pizarro en casi todo su trayecto de asedio.
El interprete Guancavilca, conocido por todos los historiadores como Felipe o “Felipillo”, fue un nativo peruano que nació en la Isla de Puna, aprendió quechua en tumbes de los nativos que lo hablaban como una segunda lengua, aprendió español de los soldados de Pizarro y finalmente acompañó en varias expediciones al Perú a Francisco Pizarro y Diego de Almagro. “El no pertenecía a ningún linaje cusqueño, era “miembro de un etnia norcosteña, la de los Guancavilca, nada lo ataba a los incas, que más bien habían atacado a su pueblo”. (Del Busto, pág. 307)
Francisco Pizarro decidió llevarlo a Panamá, para seguir educándolo en la perfección del idioma, y al retornar al Perú, Felipillo siguió sirviendo como traductor para los españoles; aunque, la mayoría de historiadores coinciden en que la interpretación proporcionada por Felipillo estaba lejos de ser fiel, o incluso útil para los españoles. Del Busto en su obra “La hueste perulera” sostiene que “… durante el transcurso de todas las campañas españolas, fue surgiendo en él la convicción de lo nefasto de la nueva dominación” (Del Busto, pág. 307)
“Esta toma de conciencia lo llevaría a actuar, en un primer intento, cuando Almagro se encontraba en Quito y en eminente enfrentamiento con Alvarado. El plan consistía en atacar cuando ambos bandos se enfrentasen, de tal modo que quiteños y guatemalas caerían sobre los hispanos y los aniquilarían. Fatalmente el proyecto de conato fracasó y Felipillo fue perdonado por Almagro, porque aún era útil para los planes de conquista; pero el caique que había apoyado la subversión fue ejecutado”. (Sarmiento, 1997, pág. 58)
Sin embargo, el abuso de los españoles era irremediable, porque Felipillo era testigo presencial del gran apoyo que los españoles recibían de las diferentes etnias que los acompañaban. Es así, como Felipillo al convivir en demasía, descubre que estos personajes no eran ni dioses ni libertadores y por ende persistía en su concepción e idea de finalizar con estos barbudos.
En otro incidente, Felipillo traicionó a Almagro durante su expedición a Chile, diciendo en secreto a los nativos que los españoles sólo querían su oro, y les instó a atacarlos y huir. Algunos mencionan que Almagro, al enterarse de los motivos de la traición de Felipillo y su confesión sobre el malinterpretado mensaje de Pizarro a Atahualpa, ordenó a sus soldados capturar a Felipillo y descuartizó su cuerpo arrastrándolo con caballos delante del Curaca (jefe tribal) de la región. José Antonio del Busto afirma que “Almagro designó al Capitán Martín Monje para perseguir y traer prisionero al lengua tallán que había huido hacia la sierra. Conducido al campamento fue ejecutado por descuartizamiento. Almagro le hizo cuartos –anota Betanzos- porque se huyó y levantó a los indios de Chile. Así muere Felipe o “Felipillo” en la tierra de Caupolicán”.

EL ACTUAL FELIPILLO MODERNO:

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